martes, 16 de septiembre de 2008

Crisis de los signos, triunfo de la alegoria.

Inicio este blog anunciando que lo dedicaré sobre todo a husmear cotidianamente en los media y en la publicidad de la industria de la cultura en busca de las imagenes y las noticias más reveladoras del impacto de la actividad de las mismas en la conciencia común. Hay hoy dos noticias cuya coincidencia resulta reveladora. La primera es la del desplome del banco Lehman Brothers, el cuarto mas importante del mundo, especializado en el banking de inversion. Su quiebra indica hasta qué punto es catastrófica la actual crisis del capitalismo americano que es, simultáneamente, una crisis linguística o si se quiere semiológica. Lo que se ha desplomado es probablemente el ciclo mas especulativo de la historia del capitalismo del último siglo, en el que los signos ( acciones, balances, dinero) se independizaron tan absolutamente de cualquier referente ( oro, producción de mercancías, propiedad inmobiliaria, etc) como lo hicieron los signos de sus referentes en la hiperdifundida teoria de la hiperrealidad de Jean Baudrillard. En las crisis anteriores esta dimension fue ciertamente importante, pero esta crisis aporta la novedad de que la fase expansiva del ciclo no fue promovida por las innovaciones tecnológicas - como era habitual - sino por las innovaciones semiológicas, entendiendo por ella la produccion incesante por parte de la llamada ingeniería financiera de los nuevos ´ productos financieros ´ , colocados en el mercado por Lehman Brothers y el resto de la banca de inversión prometiendo a los inversionistas tasas de beneficio excepcionales. Productividad linguística, productividad de un cierto lenguaje de signos que se fractura catastróficamente sin que ninguno de sus promotores y usuarios sepa explicar bien porqué.
La otra noticia es la de la realizacion ayer de la primera sesión que Sotheby´s de Londres dedica a la subasta de un lote de 223 obras inéditas del artista británico Damian Hirst. Las dos obras que alcanzaron la más alta cotización son al mismo tiempo dos piezas alegóricas. La primera de ellas, El becerro de oro, es abiertamente alegórica: consiste en un becerro encapsulado en una cámara de cristal y acero llena de formol, cuyas pezuñas y cuernos de oro, asì como el círculo solar aureo puesto sobre su testa, son de clara inspiracion egipcia. O asiria, no lo se bien. Pero la segunda pieza, aunque aparentemente naturalista, no lo es en absoluto. Ese tiburon, conservado igualmente en formol, y cuyo precio de venta fue de 12 millones de euros, no es solo un tiburon: es tambien la alegoria cultivada por los moralistas para caricaturizar como ´ tiburones ´ a los señores de las finanzas.

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