martes, 4 de noviembre de 2008

La nada y el caos. ( En la bienal de Sao Paulo)

La cuestion es el teatro, siempre el teatro, desde la Grecia clásica hasta hoy día. Y teatro fue lo que hicieron la semana pasada en el grupo de decenas activistas artísticos que irrumpieron en la sede de la bienal de arte de Sao Paulo, invadieron la segunda planta y garabatearon con spray sus blanquísimos muros antes que terminaran por impedírselo los guardias de seguridad de la bienal, auxiliados por la policia. Quizás querían protestar por la decisión de Ivo Mesquita - el curador de esta edición de la bienal - de dejar los miles de metros de esa planta enteramente vacíos con el fin de invitar a la reflexión sobre el exceso de bienales que actualmente se realizan en el mundo, porqué les parecia un auténtico disparate que tantisimo espacio se quedase vacío, cuando podría haberse dedicado a mostrar obras de arte, las suyas o las de otros tantos artisas. En realidad no sé lo que querían, porque no he leído o escuchado a ninguno de los actores de este insolito flasmob explicando porqué hicieron lo que hicieron. Estoy seguro, en cambio, que lo que hicieron fue una enérgica accion teatral que convirtió el espacio enorme, blanco y vacío de esa planta del Museo de Arte Moderno de Sao Paulo - proyectado por el arquitecto Oscar Niemeyer - en la escena donde se representó convincentemente todo lo que nuestra vida tiene ahora de desequilibrada y entrópica.
Esa fue por lo menos la conclusión a la que llegué después de ver en Youtube el vídeo que grabó esa acción, en la que se ve a los activistas garabateando los muros, corriendo de un lado a otro, forcejeando con los seguratas, gritando, escabullendose, mientras una multitud de curiosos impasibles iba de aqui para alla, cámara en mano, captando lo que estaba pasando, que era lo mismo que ellos hacían que pasara. La ambicion, el sueño, la fantasia de la arquitectura moderna, de disponer un espacio enteramente vacío para que el hombre realizara sin cortapisas su libertad, convertido en el ámbito de una gesticulación desquiciada y sin sentido. Como esa representacion del drama de Marat realizada por el Marqués de Sade con los dementes del penal de Charenton. Y encima, con cámaras de video o fotografía, grabandolo todo para nada. Apoteosis, epifania.

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