martes, 21 de abril de 2009

Elegía de Juan Muñoz.

Para mí la exposición de Juan Muñoz que hoy mismo se inaugura (21.04.09) en el Museo Reina Sofia representa un inesperado reencuentro con él. Un reencuentro post mortem, en el que sus obras desplegadas por salas, terrazas y patios obran como medium, como marionetas vicarias o como mudos ventrilocuos que en su silencio hablan por un artista que ya no puede hacerse presente. Él siempre pretendio que sus obras mas caracteristicas fueran escenografías que instigaran a cada espectador a representar su propio drama. O a proyectarlo, como tuvo a bien aclararle a Adrian Searle, en la entrevista que concedió a la BBC radio, desde Roma, en 1992. Y yo, ante un nuevo despliegue de las obras que antes se enseñaron en la Tate Modern, el Guggenheim de Bilbao y la Fundación Serralbes de Porto, no puedo menos que dramatizar la propia ausencia de Juan. La interrupcion, la escision del aqui y el ahora de este singular momento, que supone el recuerdo de su presencia, de su ingenio y de su humor ácido, perdidos para siempre. Por lo mismo esta exposicion no muestra no me resulta retrospectiva sólo en un sentido técnico: tambien lo es en un sentido aún mas decisivo porque permite a quienes conocimos a Juan un viaje de ida y vuelta a los comienzos de su trayectoria, al despliegue y a la finalizacion de la misma.
De hecho yo le conoci en 1984, cuando a raiz de su primera exposición individual en la Galería Fernando Vijande de Madrid escribi en el semanario Cambio 16 la única crítica que se publicó entonces sobre la misma. Entonces era un perfecto desconocido, un chico que venia de estudiar arte en Londres y que se había empeñado tanto en exponer lo que él mismo llamaba sus ´trabajos recientes ´que Vijande por fin cedió y le concedió la primera oportunidad de enseñarlos en público. Habian unos balcones, una alfombra, un pasamanos, una navaja, el homenaje explicito al coronel Kurtz, verdadero refrendo de su pasion literaria. Pero faltaban los muñecos que habrían de irrumpir por primera vez en esa inquietante instalacion que habria de realizar pocos años despues en la efimera galería de Marga Paz en la calle Columela, titulada ´The Waste Land ´: otro homenaje literario. Con la baraja de su obra completa, Juan jugó esa dilata aventura artística que le llevó a lugares tan emblemáticos como el Stedelijk Van Abbemuseum, la bienal de Venecia, Documenta Kassel y un largo etcétera y que habria de concluir, desgraciadamente, en la sala de turbinas de la Tate Modern con su obra maestra: ´Double Bind ´. En 2005 La Casa Encendida le rindió un homenaje despues de muerto, al que tambien asisti. Pero la verdad es que solo hoy, despues de haber trasegado paso a paso su exposicion, he sentido que Juan Muñoz, en la plenitud de su ausencia, volvia definitivamente a casa.

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