jueves, 29 de octubre de 2009

Francis Alÿs en la abadía.

La exposicion Fabiola de Francis Alÿs, abierta actualmente en la abadia de Santo Domingo de Silos en la provincia de Burgos(28.10.09), se situa en un territorio fronterizo o, mejor, en la borrosa encrucijada en la que se cruzan la autoría, el original, la copia, la serie, el artista, el coleccionista e inclusive el falsificador. Su descripción, sin embargo, es simple: se trata de la exposición en una de las salas del claustro de esta esplendida abadía medieval de mas de trescientas obras - la mayoria pinturas - que son otras tantas versiones de un mismo original: el retrato de Fabiola, una santa romana del siglo VI, pintado en 1885 por el pintor francés Jean-Jacques Henner. Pero esta aparente simpleza pronto se revela cargada - como diría Marx a propósito de la mercancia - de ´sutilezas teológicas´. La primera queda en evidencia cuando se pregunta por el estatuto de esas obras. ¿ Son meras copias o son versiones que, como tales, pueden valer por si mismas, como valen de hecho las muchisimas versiones que los pintores incluidos en el canon clásico han hecho de Adan y Eva o de Cristo y que son reconocidas unanimemente como auténticas obras de arte? Cierto: entre el Cristo de Velázquez y el de Dali median diferencias formales que son mucho mas rotundas que las que median entre cada uno de las obras reunidas por Francis Alÿs durante años de buscarlas en tiendas de viejo, mercadillos, tenderetes callejeros o ventas de jardin a lo largo y ancho del mundo. Pero esta comparacion no anula el hecho de que entre cada una de estas últimas existen diferencias significativas,tanto en términos técnicos como formales,que si no tomamos en cuenta es porque pensamos que no merece la pena el análisis detallado y menos la valoracion de las
diferencias dadas entre obras a las que no les reconocemos el estatuto de obras de arte. ¿ Se lo reconoceremos ahora que, gracias al gesto de Alÿs, esas piezas mas anómicas que anónimas han ingresado en el circulo aureático del museo? ¿ Pero podremos hacerlo? ¿Podremos simplemente ocuparnos de cada una de ellas, precisamente ahora cuando la especificidad de cada una de ellas ha quedado neutralizada por su absorcion por el proyecto Fabiola de Alÿs,
que vale como obra de arte por su totalidad y no por ninguna de sus partes o componentes considerados aisladamente? Si antes estabamos en la disyuntiva entre la copia y la version y la consideracion de los motivos que la explican ahora nos encontramos con la posibilidad real de que dicha disyuntiva haya sido desplazada por la diferencia existente entre el conjunto de la serie y cada uno de sus elementos. Un desplazamiento que tambien obra en el orden de la autoria, porque por la decisión de Alÿs la multitud de interpretes distintos de la partitura visual compuesta inicialmente por Henner ha quedado completamente sumida en el anonimato. Y la decisíon de Alÿs tampoco es todo lo simple que podría parecer porque, aunque él mismo lo niegue explicitamente, se parece como una gota de agua a otra a la del coleccionista, que no sólo consuma el despojo del objeto de su uso - tal como subrayó Walter Benjamin - sino que lo reduce a la condicion exclusiva de objeto de su propiedad. El coleccionista, en realidad, es el poeta de la propiedad.

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