sábado, 17 de abril de 2010

Otra vez el Dominó Canibal



Los viajes y el exceso de trabajo me han tenido alejado de las páginas de este blog lo suficiente como para que resulte tardío el relato que sin embargo voy a hacer a continuación de mi experiencia en el nuevo episodio de Dominó Canibal, que es la segunda edición de la bienal de Murcia travestida en cadaver exquisito por obra de la voluntad de su actual comisario: Cuahtemoc Medina. El primer episodio corrió a cargo - tal y como lo registré en este mismo blog - Jimmie Durham. Y el segundo, de Cristina Lucas, quien protagonizó el 23 de marzo una performance prolongada y multifacética. Yo asisti invitado por la organización, junto con otros críticos de arte de Madrid, entre los que se contaba Miguel Cereceda, con quien compartí el vuelo Madrid- Alicante, primera etapa del itinerario que concluía en Murcia. El vuelo salió muy temprano pero al llegar al espacio aéreo de Alicante nos encontramos con la desagradable sorpresa de que la niebla impedía los aterrizajes. Sobrevolamos el aeropuerto durante mas de 50 minutos, esperando que ese enojoso efecto atmosférico de la inversión térmica se disipara. Afortunadamente - y cuando estabamos a punto de regresar a Madrid - el capitán del avión obtuvo in extremis la autorización de aterrizar. A la salida del aeropuerto nos esperaban un par de coches de alquiler que nos llevaron directamente al lugar de la performance de Cristina: un parque en la rivera del rio Segura, en pleno centro de la ciudad. Y aunque por culpa de la dichosa niebla llegamos cuando la misma ya había empezado, pronto descubrimos que nos estaban esperando tanto la artista como el curador. Y explico porqué. El programa diseñado por Cristina Lucas para esa mañana incluia dos actos simultáneos: la realización de un asado o una barbacoa, en unos asadores construidos cada uno sobre el barril de petróleo cortado por la mitad de arriba a abajo, a los que se habían añadido cuatro patas metálicas apoyadas en ruedas. Y una rueda de prensa, al aire libre y con los asadores metálicos en semi círculo delimitando el escenario que presidían,sentados delante de una mesa muy baja, Critina y Cuahtemoc. La rueda de prensa funcionó, además, ciñiendose estrictamente a la regla del quid pro quo, o sea de una cosa por otra, por lo que cada periodista sólo podia hacer preguntas a Cristina o al curador si estaba dispuesto, a su vez, a responder a una pregunta. Yo pregunté qué habia hecho Cristina con la intervención la pasada intervención de Durham en Dominó canibal. Ella me respondio que los asadores habian sido hechos con los barriles incorporados por el artista americano a su propia intervencion. Y luego me preguntó porqué me habia hecho crítico de arte. Le respondi que por una decisión cuyos fundamentos o motivaciones últimas seguian escapando a mi consciencia. Y cuando relativicé su afirmación de que la barbacoa en curso era una forma de desacralizar el arte, afirmando que ese propósito dificilmente podía lograrse ahora, cuando todas las formidables potencias del marketing se orientan a sacralizar las mercancías, ella me preguntó si la crítica de arte era libre. Yo le respondi que no, que no era libre - por lo menos en en el sentido counmente aceptado del término ´ libre ´- porque la critica no existe como tal sino se comunica y la comunicación está hoy determinada radicalmente por la empresa, cuyos intereses son los que permiten y a la vez modelan los flujos de la comunicación. La critica de arte no puede sustraerse a los intereses de la empresa. Otra cosa es que los críticos intenten mantener una distancia critica con respecto a dichos intereses. Y lo consigan.
La rueda de prensa concluyó con la inesperada intervencion de uno de los encargados del asado, quien preguntó a Cristiana qué pensaba de quienes habían entablado recientemente una demanda para pedir que se derribara un templo católico construida en lo alto de Montehermoso, un peñón que se destaca claramente en medio del valle del Segura en el que se asienta Murcia capital. El anónimo interrogador omitió informar a Cristina que el templo fue construido durante el franquismo sobre las ruinas de una alcazar musulmán. Asi que Cristina interpretó la pregunta como si estuviera dirigida a recabar su opinion sobre los ataques a templos e imagenes religiosas en general y respondió que ella estaba con quienes pedían su abolición. O por lo menos eso fue lo que entendi de su respuesta.
Las cuestiones referidas a sacralización/desacralizacion e inclusive la de iconoclastia implicita en las ruinas musulmanas tachadas no abandonaran sin embargo el resto de la performance de Cristina Lucas. Inmediatamente despues del fin de la rueda de prensa ella organizó una auténtica procesión, formada por todos los participantes en la rueda de prensa que estuvieron dispuestos a arrastrar, como si fuera un carrito, todos los asadores empleados en la barbacoa. Tan singular procesión concluyó en el interior del antiguo templo de la Veronica, locus privilegiado del proyecto Dominó Canibal, donde, siguiendo instrucciones de Cristina se dispusieron regularmente, formando una cruz que duplicaba en el suelo la cruz formada por la bóveda, el abside, la cúpula y las naves laterales de ese templo desafectado. Y en lo alto de los muros del mismo, nos esperaban los siete viacrucis rituales que nuestra artista había previamente compuesto con los restos y materiales movilizados por Durham para su intervención. Entonces pensé que si el gesto de Durham de acopiar y exponer basuras y sobrantes en un antiguo templo obedecio al deseo de desacralizar lo que ya no es un templo desafectado sino un espacio sagrado del arte, el gesto de Cristina fue en la dirección exactamente contrario porque empleó los materiales de desecho de Durham con el proposito, consciente o no, de resacralizarlos, reafirmando asi el caracter sacro del espacio del arte donde ella ahora los expone.

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