sábado, 22 de junio de 2013

Salas Portugal: fotógrafo del pensamiento.

                                               

                                                             
El tema o el argumento de la edición de este año de PhotoEspaña es el cuerpo, suspendido entre el erotismo y la política, según declaración explícita de su curador en jefe: Gerardo Mosquera. Y hay en la misma exposiciones que desde luego encajan muy bien en dicho argumento. En primer lugar Mujer. La vanguardia feminista de los años 70 - exposición de una calidad intrínseca  y de una significación histórica verdaderamente  excepcionales -  hecha a partir de los fondos de  la Sammlung  Vergund de Viena. Documenta de manera ejemplar la coyuntura histórica en la que las mujeres activistas de Occidente invierten el papel de la exhibición del cuerpo femenino que en vez de confirmar el sometimiento del mismo al deseo y la mirada patriarcal pasa a convertirse en un medio poderoso de desafiar ese sometimiento. El mismo que todavía respira en otra muestra notable de esta edición: la del polaco Zbigeuw Dlubak en la sede de la Academia de Artes de San Fernando, en la que la voluntad constructiva compartida con una impetuosa vertiente  de las vanguardias de la segunda década del siglo XX utiliza el desnudo femenino con la misma voluntad de dominio con la que utiliza objetos inertes y las líneas y los planos geométricos.
La anomalía radical la pone en este contexto la exposición de Fotografías del pensamiento del fotógrafo Armando Salas Portugal, abierta en la galería Freijo Fine Art.   El cuerpo no está allí ni se le espera, por lo menos no lo está en la forma habitual de presentarse ante nuestros ojos. Ya sea de ¨cuerpo presente ¨, valga la redundancia, o mediante sus muy convincentes representaciones foto,cinema o videográficas. Esa clase de cuerpos, presentes o vicarios, no son de los que se ocupa un Salas Portugal mucho más interesado en este episodio de su dilatada carrera artística en la fisiología que en la anatomía. Y más específicamente en el desafío que supone la captura visual del pensamiento en pleno funcionamiento. Esta orientación de sus investigaciones no es, evidentemente, exclusivamente suya. La pareja formada por Seymon y Valentina Kirlian diseñaron en 1939, en la ciudad Alma Atá del Kazajistán entonces soviético, la cámara que lleva su nombre y que pretendía captar la aureola o el aura energética que se supone nimba al cuerpo humano. Tampoco el de ellos  fue un empeño aislado: desde Malevich y Jlénicov la vanguardia artística soviética estuvo empeñada en reducir a términos materiales antiguos motivos gnósticos o místicos. Y en diseñar los medios adecuados para permitir esa reducción. Propósito compartido entre otros por Tatlin, a quien un Rodchenko ya completamente dado al productivismo, acusó –según Borys Groys -  de ser el ¨típico vidente ruso¨, entregado a ¨la mística de lo material¨. Inmersos en ese contexto los Kirlian inventaron la cámara que lleva su nombre, cuyos resultados, tan celebrados por los creyentes como impugnados por los escépticos, ofrecieron embargo la posibilidad de probar en términos materiales la existencia de una entidad tan cargada de teología y ontoteología como es la del aura.
Salas Portugal no utilizó sin embargo la cámara Kirilian sino que diseño sus propios instrumentos y dispositivos técnicos con el fin de captar algo tan poderoso como evanescente que es el pensamiento y si lo logró o no es asunto que concierne a los cada día más calificados especialistas en representar gráfica, visualmente la actividad neurológica de los seres vivos. A mí me basta con decir que si non e vero e ben trovado, que las imágenes resultantes de las investigaciones de Salas Portugal son de una belleza arrebatadora.                  
                                     

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